domingo, octubre 23, 2005

EL SAHARA

Hay 30.000 subsaharianos esperando en Marruecos para cruzar el estrecho. Nadie habla de la causa de ese asalto, la hambruna del Sahel (Mauritania, Malí, Níger, Chad, Burkina Fasso, Chad, Sudán, Etiopía) -ver http://www.caritascadizceuta.com/-. En Junio, el primer ministro de Marruecos, dio informaciones alarmantes sobre el Sahel, e hizo una llamada desesperada de ayuda. La peor sequía de los últimos años castigaba el Sahel. Se preveía una avalancha de subsaharianos. La presión política sobre Zapatero es muy fuerte, porque energúmenos como J. Losantos azuzan el odio a Marruecos, y eso hace mella en las encuestas. Resultado: subsaharianos expulsados fuera del muro marroquí del Sahara, construido en los años 80. Caminan en fila india por un pasillo estrecho, rodeado de minas. Quien puede andar, anda. Quien no, muere. Expulsados a la nada, con cincuenta grados a la sombra, en medio de un paisaje que produce alucinaciones. Arriba, luce una claridad intensa. Cada grano de arena refleja un fragmento de la luz polar del cielo. La luz implacable los machaca, el sol es todo el cielo. Por la noche, un firmamento monstruoso lleno de estrellas, está al alcance de sus manos, gira de lado, y, ya no saben donde están. El silencio del día, se transforma por la noche en un murmullo como de croar de ranas: son las piedras que se rompen por la brutal diferencia de temperatura, alimentando con más arena los mares inmóviles de arena, las dunas que circundan el gran reino de ese más allá del mundo, el Sahara. La luz de la luna es brutal, y andar bajo ella es como penar bajo un sol blanco y helado. Nadie sobrevive a la noche. Milagrosamente llovió un poco, y las nubes acolchonaron la bajada brutal de temperatura nocturna. Por eso hay unos indeseables testigos que han llegado a contarlo. Esto del desierto, no es el Paris-Dakar, una franquicia de ricos cabalgando un Jeep con climatizador y GPS para exorcizar la abulia. Para los negros, el Sahara es el muro entre dos muros. El todo y la nada. En medio, se encuentra el negro en su tierra de nadie, con sus sueños irrenunciables, que arden como brasas tras las pupilas brillantes, fijas e insomnes, como si sólo vieran cosas que nosotros no queremos ni saber si existen: el hambre y la muerte que dejan detrás. Publicado en Diario Informacion 20/10/2005

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miércoles, octubre 12, 2005

KATE MOSS

La han pillado metiéndose coca, una raya de nieve enorme y blanca como un tranvía que la teletransportara a otro mundo más tranquilo que el suyo. En los anuncios, sus pupilas fijas e insomnes miraban a la cámara con un punto de fuga, como si viera cosas que no estaban delante de ella, porque delante de ella sólo había adulación, nada. Miraba como si se hubiera despegado del mundo y sólo la sensualidad de su rostro la mantuviera desganadamente apegada al suelo donde habitamos el resto de los mortales. Su reino no era de este mundo, sino de CK One. Sus ojos descargaban una belleza triste, como una perenne desgracia a la que todos fuéramos a sucumbir sin remedio.

Su cuerpo, tan minimalista que rozaba lo andrógino, sometido al hambre y al alcohol, era la morada adecuada para la frígida ternura que deslumbraba desde los carteles que se encaramaban a los hormigones como espejismos anoréxicos. Su narcisismo, su delgadez, su dulzura helada, se complacía con el deseo masculino, sin sentir la necesidad de devolverlo. Su insatisfacción se intentó transformar en poesía visual, pero al final esa ausencia triste ha terminado por explotar en un camerino lleno de nieve que algún camello-novio le proveía con continuidad. La hipocresía de ese mundillo de anorexia y mujercitas frígidas adictas, ha estallado en toda su crudeza. Todo este mundo de moda e imagen, es una vulgar y enorme estructura que destruye y corroe a casi todas las chicas que trabajan en las pasarelas. No es normal que las tasas de drogadicción, rupturas amorosas, alcoholismo, anorexia, maltrato psicológico sean tan elevadas, por mucho que Karl Lagerfeld la haya defendido contra viento y marea, porque para él el esnifar coca e ir por la vida hecho un zombi lleno de rimel es una cosa de lo más normal. Los dioses de la moda como tú, Kart, deben de estar locos, para creer que eso es el Olimpo de la gloria.

Su corte de modelos imitadoras, está enfadada pero también feliz. Menos competencia. Pertenecen a un mundo cerrado, adicto al jet-lag, a las fotos en masa, a las preguntas planas de los presentadores del show business que jamás llegarán a cruzar la aduana de la provincia del hombre. Son mujeres en busca de un autor que las deletree por dentro, porque todavía nadie las ha tratado como a una persona, que necesitan calma, reflexión, respeto a su salud y a su persona. Su rostro enigmático, ha acabado ser un objeto fascinante, kitsch y vulgar a la misma vez, espejo de una cultura donde la ideología es la imagen, que es una ideología antiadherente al compromiso, una Weltanschaung a la que se le han amputado las ideas.

Publicado en www.forumlibertas.com

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lunes, octubre 03, 2005

EL MURO

Virgilio cuenta que el tiempo no corre, sino que huye y no nos deja alcanzarle. Pero hay una excepción. Si usted es subsahariano esperando a saltar la valla en Melilla, el tiempo no corre ni huye, sino que se estanca frente a una valla de no se cuantos metros. Todo es nada, y la vida es un espacio negro, donde la única cerilla que ilumina la oscuridad es el saltar la valla. Los labios espesos de los negros susurran en los bosques marroquíes, mientras pringan religiosamente a la pasma mora que hace la vista gorda ante la avalancha de carne humana que ha sembrado ese monstruo hemipléjico llamado Globalización, que conjuga exquisitamente el verbo financiero y a la misma vez exprime el jugo amargo de esas bocas susurrantes, esa exageración hecha para la abundancia de la música que llevan los negros en sus bocas llenas de hambre.

El libro de Harriet Beecher Stowe , La Cabaña del Tio Tom, no era mas que un cuento de lo obvio, de lo que ocurría en América y nadie se atrevía a observar tranquilamente, para después actuar contra ese vómito de la humanidad más elemental que era la trata de negros y la esclavitud. Uno de los capítulos, por ejemplo, se llama “donde se explican los sentimientos de las mercancías humanas al cambiar de dueño”. El mercantilismo anglosajón, era, más que una ideología, una forma de vida, un modus vivendi de lo mas horrendi, al que todo el mundo se había acostumbrado, como quien se acostumbra al sabor del café amargo. El impacto del libro fue enorme, y toda una nación comenzó una lenta pedagogía que aún no ha acabado, tal y como hemos podido observar con el huracán Katrina. Ahora el mercantilismo globalizado, se ha hecho más limpio, informático y sutil. Se aprieta un botón en el mercado de futuros del cacao, por ejemplo, y toda una economía se hunde un poco más. La distancia entre África y Europa, se ha multiplicado, y los afectados suben a pie huyendo de las guerras económicas entre bandos apoyados por el imperio basura Francés y las multinacionales yankis de todo género y condición.

No se si Mohammed VI, ese rey que dice que es sucesor del Profeta (otro enviado “por la gracia de Dios”, ¡estamos aviados!), nos teledirige la avalancha de subsaharianos contra la valla, para hacer de palanca contra Ceuta y Melilla, o si ese hombre hace lo que puede, que es bien poco, porque se encuentra en el epicentro del terremoto de una enorme cabaña del tio Tom llamada África. Más bien, diría que es lo segundo. Nuestra diferencia económica con el continente africano, es la más alta del mundo, tres o cuatro veces superior a la frontera del Rio Bravo entre Méjico y EEUU. En aquella frontera, tienen los medios más sofisticados del planeta, y lo único que han conseguido es que Bush tuviera que hacer cursos acelerados por correspondencia de español, para ganar elecciones. A pesar de las medidas electrónicas, se sigue colando la droga y la espalda mojada. Suben de Guatemala, inditos que no levantan metro y medio del suelo, que pagan religiosamente la mordida cada pocos kilómetros en el autobús que les lleva a Tijuana cuando sube la policía (eso de policía es un decir). En las espaldas llevan envuelto en una sábana todo lo que poseen, donde lo que más pesa es el corazón vacío que se han dejado en sus pueblos olvidados en la ladera de algún volcán en duermevela.

Dicen que no hay sitio para ellos aquí, en Europa. Yo creo que sobra sitio y sobra miedo. Algún límite hay que poner, oigo en la radio. Los derechos humanos son un buen límite. Creo que el Evangelio decía eso de que es más difícil a un rico entrar en el reino de los cielos que un camello por el ojo de una aguja. Hemos acabado dando la vuelta al mensaje. Ahora son los desgraciados los que tienen que saltar y colarse por un mínimo agujero de alambradas, mientras nosotros cerramos el grifo de la gloria celestial para que no se escape el dulce líquido de nuestra riqueza. Pero son imparables, y nos acabarán dando muchas lecciones de generosidad que ya habíamos olvidado hace tiempo. Publicado el 30/09/2005 en www.diarioinformacion.com

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